Buenas tardes a todos y a todas, os agradezco que hayáis venido a acompañarme en esta presentación de mi candidatura. Que hayáis venido desde tan lejos algunos, de la comarca de Ronda, Axarquía, Antequera, Guadalteba, Nororma, la Costa, Sierra de las Nieves, Guadalhorce. Y de más cerca, de la capital.
Gracias por haber acudido a esta convocatoria. De todo corazón.
Anuncié mi decisión de presentarme a la reelección al frente del PSOE de Málaga en un acto con el presidente y secretario general, Pepe Griñán.
No quería llegar al congreso del próximo 14 de julio sin que celebráramos un acto de esta naturaleza y en plena naturaleza urbana, en este Jardín Botánico de la Universidad de Málaga, mi otra casa.
Os he convocado para compartir con vosotros y vosotras las razones de por qué doy el paso y de para qué quiero renovar vuestra confianza.
Antes, debo unas palabras a los compañeros que han intervenido antes que yo, a Mari, Melchor y Antonio.
Os estoy muy agradecido por haber aceptado mi invitación a participar en este acto.
Representáis cuestiones que me importan mucho en el PSOE: la dedicación, la militancia joven de Mari; la valentía de comprometerse en estos momentos, como el caso de Melchor, y la experiencia y la memoria colectiva de personas como Antonio.
Os aseguro que estoy más acostumbrado a que hablen regular o mal de mí. Ante eso sólo cabe encajar y callar. Ante vuestras cálidas palabras sólo puedo agradecéroslo con humildad, no como el secretario general de los socialistas malagueños, sino como Miguel Ángel Heredia Díaz.
Gracias, Antonio, porque me has hecho viajar a un tiempo pasado, a mi juventud, a Mollina, a los años de estudio en Antequera, a la fraternidad de un grupo de chavales que decidió comprometerse, entender que esas ideas que rondaban su cabeza existían en las cabezas de otros, de ahora y de antes, que las ideas eran ideales de justicia, de igualdad y de solidaridad.
Me hice socialista, porque nací socialista. Los ideales que acabo de citar no se aprenden, se sienten, por eso son tan auténticos. De joven, en algunos casos, encuentras por el camino de tu vida que existe la ideología, que existen personas que piensan y sienten como tú, que más allá de las fronteras de tu vida existen injusticias y desigualdades que sólo pueden corregirse con la lucha colectiva. Se fragua en tu interior la necesidad de participar. De estar y de hacer. Así empecé.
Antonio González, mi compañero y amigo, ha contado la historia, yo os pretendo contar qué pensaba aquel muchacho de 17 años cuando dio el paso a afiliarse. Puedo decir que fueron aquellos maravillosos años, como en la serie.
Aparte de política comenzaron las amistades que se mantienen, ¿verdad Paco, Cristo, José Luis…? Hubo grandes momentos, ¿verdad, Paquillo de Alameda?
Imaginad qué significa para vosotros y vosotras esos días de la juventud y podréis sentir lo que yo ahora revivo.
A veces leo críticas furibundas contra personas, que como yo, han militando desde joven en un partido. De manera despectiva se dice que comenzaron en Juventudes Socialistas o en cualquier organización política juvenil.
Harán esas críticas quienes nunca participaron en un colectivo o nunca han entregado parte de su vida a nada que sea ellos mismos. Si no, no lo entiendo.
Compañeros y compañeras,
He tenido la suerte de contar siempre con la confianza de mis compañeros y compañeras. Como decía Ramón Rubial, en el PSOE uno no se propone, son los compañeros quienes te proponen. En estos años ha sido la mayor satisfacción.
Esa confianza me acompaña desde el primer día que entré en el Congreso de los Diputados, como uno de esas 350 personas que representan la voluntad democrática de un pueblo. ¿Os podéis imaginar qué sentí cuando el hijo de un jornalero, de un desempleado agrícola de Mollina, se sentó en su escaño?.
Es verdad que no me senté solo, se sentaron conmigo quienes me precedieron, quienes durante años habían luchado en mi comarca, la de Antequera.
Y por supuesto, en ese escaño, que ocupo desde hace 16 años, se sentó conmigo la gente honrada que amanece antes que el día y trabaja la tierra, los jóvenes que con sus becas pueden estudiar y buscar futuro, se sentaron en ese escaño los hombres y mujeres que sólo conocen el trabajo.
Y siguen conmigo. Ayudan a no estar solo, pero sobre todo ayuda a no confundirse. Porque las tupidas alfombras y el cuero de los asientos pueden confundir a más de uno y de una. Todos conocemos casos.
Pero hay un remedio infalible: recuerda siempre de dónde vienes. Piensa de dónde partiste, no sólo adónde quieres llegar. Y piensa en quienes te ayudaron, piensa a quienes representas. Es un ejercicio que hago a diario. No necesitas una hora de meditación. Basta un segundo.
A lo largo de mi vida en el Congreso he hecho muchas preguntas parlamentarias. Detrás de cada pregunta que hice y hago, había un problema de un ciudadano, una injusticia, un agravio, una ilusión, una necesidad, un anhelo. Detrás de cada pregunta siempre hay una persona.
Porque para hacer cada una de ellas, el diputado o diputada tiene que estar al tanto de la actualidad, y tiene que recorrer la provincia. A la mayoría de vosotros y vosotras os conozco de esas visitas, de esos viajes por carreteras secundarias.
Un día tocaba un pequeño pueblo y al día siguiente tocaba hablar del aeropuerto o del AVE.
Aprendí que no hay proyecto pequeño, como no hay enemigo pequeño.
Os puedo asegurar que el esfuerzo para superar la resistencia de esos altos cargos de la Administración del Estado no se debe a la envergadura del proyecto, más bien a la cabezonería de esos altos a cargos. Fueron muchas las iniciativas y proyectos.
Cuando accedimos al Gobierno en 2004, vivimos un periodo apasionante porque pudimos poner en marcha nuestro proyecto para la provincia de Málaga. Gracias sobre todo a una mujer, la reconozco siempre públicamente y no es la primera vez que lo hago: Magdalena Álvarez.
A Magdalena le hubiese encantado estar hoy con nosotros, pero tenía un consejo de dirección en Luxemburgo y debía estar porque las cosas están muy difíciles para España.
José Luis Rodríguez Zapatero le dio a Magdalena casi carta blanca con nuestra provincia ¿verdad, José Andrés? Y ella enderezó el erróneo rumbo que el PP nos había dejado para con la provincia. Y obras son amores. Y ahí están.
Uno, junto a otros compañeros y compañeras, con Marisa, ha contribuido. Pero fue posible porque Magdalena siempre atendió a las reclamaciones de los malagueños, a las peticiones del Partido y representó los intereses de su provincia en el Consejo de Ministros. Lo que a algunos le puede parecer provinciano, a Málaga le ha venido muy bien.
La semana pasada se inauguró la segunda pista del Aeropuerto y el soterramiento de San Pedro y ni la invitaron.
No lo hicieron porque si Magdalena llega a ir la ministra actual, la señora Pastor, hubiera parecido la invitada. Por eso no lo hicieron. Y porque a Celia Villalobos le hubiera dado una lipotimia en medio de la segunda pista si la hubiera visto.
Amigos y amigas.
Esos primeros años de diputado me permitieron conocer la política desde dentro. La política que considero política: solucionar los problemas de la gente, de nuestros compañeros y compañeras de los pueblos, alcaldes, alcaldesas y portavoces, secretarios generales, y fiscalizar al Gobierno, sobre todo si es del PP.
No he conocido la política de los reservados, ni la de los almuerzos con poderosos. Tengo interés por la política, pero ninguno por la política del interés. Y ahora que me escucha poca gente os diré que eso me ha acarreado algún problema.
Estos cuatro años como secretario general me han servido para fortalecer mis convicciones y para aprender. No existe manual de la secretaría general del PSOE de Málaga. Tampoco lo hay en vuestros pueblos y ciudades.
Se agradece los consejos de tus predecesores, de tus compañeros y compañeras, de tu equipo, de la militancia, de tus familiares.
Tu experiencia te ayuda porque has visto a otras personas ejercer ese mismo cargo. Pero al final estás tú solo. Para algunos asuntos tu teléfono es el último que suena, tu decisión resuelve un problema o tu llamada activa una solución.
Somos un colectivo, pero siempre hay alguien que debe estar pendiente del faro para que los barcos lleguen a buen puerto.
He aprendido en estos cuatro años que son preferibles los liderazgos compartidos, aunque la responsabilidad última sea la tuya. Que los fracasos perduran y los éxitos son efímeros. Que es mejor la lealtad manifestada con hechos, que con palabras. Que hay decisiones que se toman entre todos, pero uno las ejecuta y da la cara. Que otras decisiones, sólo las puede tomar una persona.
Que es difícil alcanzar el equilibrio entre lo que la organización necesita y lo que la organización es capaz de asumir.
Que si no se siembra, no hay cosecha. Que si te pisotean la cosecha no hay fruto. Que para problemas endémicos, no existen soluciones únicas. Que los cambios de caras son eso, política de estética y maquillaje.
He aprendido en estos cuatro años, que la mejor solución es la que beneficia al colectivo y no sólo a uno de sus miembros. Que a veces es más importante el contexto, que lo que hagas. Que la unidad es sinónimo de éxito, porque no hay nadie que haya ganado dividido. Que la secretaría general implica responsabilidad con el colectivo, que implica callar casi siempre que quieres decir algo. Que unos hablan más que trabajan, y otros trabajan, para que esos puedan hablar.
Compañeros y compañeras,
Os doy las gracias por estos cuatro años.
Porque vuestro aprecio me ha ayudado a superar duros momentos. No sólo los políticos. Os confieso que el socialismo afectivo es sin duda lo mejor de estos años. Podremos tener diferencias, pero nos une más que lo que nos separa. Hago un paréntesis: mando un fuerte abrazo a Mariano, el secretario general de El Palo, estuve visitándolo el viernes pasado, espero que se recupere y pueda seguir en la batalla.
Compañeros y compañeras,
Cuando anuncié que me presentaría para renovar la confianza al frente de la Secretaría General del PSOE malagueño afirmé que quería seguir trabajando por el camino abierto, con el esfuerzo y la constancia de toda la militancia socialista, para renovar nuestra organización, adaptarla al nuevo siglo y recuperar el terreno ideológico, electoral y social perdido. Sé que no es una tarea de una sola persona este proceso lento, siempre condicionado por la situación general. Y como convendréis conmigo, este 2012 dista mucho, en todos los aspectos, del 2008.
Han sido cuatro años durante los cuales hemos sufrido duras derrotas electorales; si me permitís, tormentas perfectas que llevan cuajándose más de una década.
La crisis económica, que ha desbancado del poder a todos los partidos gobernantes en Europa, ha marcado el último cuatrienio en todos los frentes imaginables.
Ha socavado los cimientos de la Unión Europea, ha evidenciado el débil papel de los Estados, ha sacado a flote la desigualdad social, ha dibujado la verdadera relación de poder que rige en nuestra sociedad con una minoría al mando y una mayoría a su servicio. Esta crisis financiera estalla en Estados Unidos y se convierte al llegar a Europa, en una crisis de legitimidad política, pone a prueba el sistema y socava su legitimidad social. Y todavía desconocemos la profundidad de sus efectos.
Han sido cuatro años de cambios orgánicos, de relevos en el liderazgo de nuestro Partido a nivel federal y regional, de intensa actividad interna, inherente a nuestra organización de 133 años de historia.
El mandato de José Luis Rodríguez Zapatero en España y el PSOE ha concluido entre nubarrones, que sin la suficiente perspectiva histórica, resulta una conclusión injusta para un periodo de real conexión de nuestro Partido con la sociedad, gracias a un proyecto de país, de sociedad, de progreso, y gracias a su liderazgo político. Pero llegó la crisis económica y todo se estremeció.
En mi opinión, llegamos a la crisis sin las herramientas políticas para aplicar soluciones profundas en sus objetivos, rápidas en su aplicación y eficaces en los resultados. Con capacidad para afrontar programas de estímulo, pero sin el instrumental para curar al enfermo que es la Unión Europea.
Se ha usado mucho la metáfora médica en el análisis y explicación de las posibles soluciones para la crisis, siempre como tratamiento: austeridad o estímulo-crecimiento. Pero he leído poco del instrumental.
¿Qué instituciones tenemos? ¿Qué poderes reales de control económico sobre los poderes salvajes y no democráticos de los mercados especuladores? Necesitamos verdaderos útiles para aplicar los remedios.
Los socialistas debemos reflexionar sobre cómo podemos acabar con la gran disfunción de nuestro sistema: la dominación de la mayoría por una minoría económica, mediática y social. Mientras la política esté encarcelada en los mercados, esa minoría dominará la política. La gente ha perdido la confianza, vive en la incertidumbre y el miedo, y siente que el sistema actúa en su contra.
Hoy por hoy, ¿qué razones encuentra la ciudadanía para confiar en la política como instrumental de cambio y progreso? Quien piense que nuestra provincia era ajena a este contexto económico y social, que era una isla, tiene muy poca altura de miras.
Pensar que esta provincia, puede ser inmune a esta marea de descontento social, primero, y de indignación, después, porque simplemente se produzca un cambio de caras, es un insulto a la inteligencia. La crisis no justifica nuestras derrotas, pero las explica en parte.
Hemos trabajado en estos años para impulsar las soluciones a nuestros problemas como organización, sin olvidar, que la historia sigue su curso y lo urgente no puede dejarse de lado.
No existen las soluciones relámpago para los problemas labrados durante años, sobre todo en un contexto como el que atravesamos, de deslegitimación social de la política.
Pido la confianza de los compañeros y las compañeras para seguir trabajando en los cambios que necesita la organización. El debate sobre cómo nos organizamos debería ser posterior a la reflexión de qué cultura de partido tenemos, o por decirlo con otras palabras, qué valores queremos que impregnen nuestras estrategias de organización.
Necesitamos una cultura de Partido que sea el combustible del motor de la organización, el cual, requiere cambios, mejoras y adaptaciones. El colectivo debe primar sobre la individualidad en el seno de nuestra organización. No siempre es así.
En los próximos cuatro años, en el PSOE debe imperar la cultura del trabajo y del esfuerzo en vez de la cultura de la queja, la cual no debe confundirse con la crítica. Quien se queja no critica, más bien se excusa, termina empleando más tiempo en quejarse que en trabajar. Ocurre en las campañas, siempre verán a alguien quejarse pero con los brazos cruzados. Más de una vez lo he dicho: el cargo conlleva la carga.
De ahí que la exigencia permanente a los cargos públicos y orgánicos para que representen a los ciudadanos y ciudadanas, más allá de las instituciones a las que pertenecen. A veces se olvida que quienes nos dan la oportunidad de representar y formar parte de esas instituciones son los ciudadanos y la militancia. Por ello, seguiremos trabajando para una rendición de cuentas por parte de nuestros y nuestras representantes.
La ponencia política de este congreso provincial se titula ‘Socialismo compartido’. Compartido entre quienes están en las instituciones con quienes están en la organización, entre quienes están en una institución y en otra, entre la militancia de base y los cargos públicos y orgánicos, entre compañeros y compañeras, entre la ciudadanía.
Si algo debemos aprender de tiempos pasados es que es el Partido el que se presenta las elecciones y no las instituciones. Seguiremos trabajando para mejorar los canales de comunicación con nuestro Presidente Pepe Griñán y con el líder del PSOE federal Alfredo Pérez Rubalcaba.
Con Juventudes Socialistas la relación debe intensificarse. JSA tiene mucho que decir en el proceso de replanteamiento ideológico de nuestro Partido. En un reciente foro centré mi intervención en la juventud. Porque hablar de su futuro, es hablar del futuro de nuestra sociedad.
En estos cuatro años, la comisión ejecutiva provincial que encabezo ha marcado prioritaria una renovación de los liderazgos del Partido. Dije hace cuatro años que la renovación es una mezcla de juventud y veteranía y hoy digo que esa renovación implica también un cambio de la cultura de trabajo en agrupaciones.
Si queremos cambiar, el primer paso es abandonar el inmovilismo sin justificaciones y el conservadurismo que atenaza en ocasiones nuestra acción política.
Compañeros y compañeras
Somos profundamente municipalistas. Hoy más que nunca nuestros alcaldes y alcaldes, portavoces… necesitan de un Partido atento, combativo, coordinador y resolutivo.
Todos somos conscientes de que la austeridad está siendo usada por la derecha, por Rajoy, para perpetrar su asalto a los pequeños y medianos municipios. La propuesta del Gobierno de Rajoy es la intervención de los ayuntamientos saltándose la autonomía municipal. La estrategia de la derecha es siempre la misma: criminalizar y después intervenir.
El PP cree más en las diputaciones que en los ayuntamientos pequeños, simplemente porque gobierna en las primeras. Al reto electoral de mantener nuestra hegemonía en el interior de la provincia se une el reto político de defender la autonomía municipal, impedir la desaparición de municipios y la privatización de servicios públicos.
Los municipios han sido asfixiados económicamente con el plan de proveedores y culpabilizados ante la opinión pública como administraciones derrochadoras y mal gestionadas, olvidando la entrega diaria de miles y miles de concejales y concejalas para que sus pueblos no queden atrás frente a las áreas urbanas.
Soy muy consciente de que en estos cuatro años de profunda crisis sois los alcaldes y alcaldesas socialistas quienes habéis puesto vuestra cara. Sé que no está siendo nada fácil, porque a la precaria situación económica se unen otros problemas, hoy en vías de solución, como el urbanismo.
Recuerdo los duros momentos vividos con los compañeros de Viñuela, Salayonga, Ronda, Estepona, Canillas, Alcaucín, Almogía o la reciente moción de censura en Benalmádena o la de Mollina. También alegrías por ver esos nuevos alcaldes y alcaldesas, liderazgos renovados en los municipios, como el de Melchor en Arriate, Jorge en Cártama, Mariló en El Burgo, Antonio en Alozaina, Nono en Ojén, Fillo en el Rosario, David en Jubrique, Miguel en Genalguacil, Salva en El Borge, José en Sedella, Gonzalo en Villanueva de la Concepción, Pepi en Cañete la Real o Javi que será próximo alcalde de Algaidas. Nueva gente, con ideas frescas, con muchas ganas de trabajar y servir a sus pueblos.
Amigos y amigas
El activismo social de hoy nada tiene que ver con el de los años ochenta, noventa o de principios de siglo. Las redes sociales han revolucionado las relaciones personales, y por tanto, las relaciones políticas entre ciudadanos y ciudadanas.
Sin que el fulgurante ascenso de estas avanzadas tecnologías nos ciegue y nos haga olvidar el mundo real, tenemos que sacar el máximo rendimiento a estas plataformas para el enriquecimiento del proyecto socialista. Tenemos que detectar el nuevo activismo social, las nuevas formas de interrelación y participar en ellas, sin descuidar las tradicionales. También es inaplazable convertir la formación no sólo en una prioridad, sino en una herramienta útil para nuestro trabajo político, movilización, participación, debate e interlocución social, dinamizando nuestras agrupaciones.
Propongo profundizar en nuestro trabajo coordinado en las comarcas. La comarca no sólo como sensibilidad para la representación, también para la unidad de acción. Nos ayudará a forjar liderazgos, a conjuntar las capacidades de la militancia en su conjunto. Si trabajamos unidos, gozaremos de los éxitos de los compañeros y compañeras, y comprenderemos sus fracasos. Si cada cual va por su lado, unos ganan, pero siempre acaba perdiendo el colectivo.
Dentro y fuera del Partido debemos avanzar hacia una democracia paritaria, real y efectiva. Son múltiples las caras del poliedro de la discriminación de la mujer, si bien la desigualdad que implica el paro, la dependencia económica y la brecha salarial, junto a la violencia machista, son las dos principales lacras a erradicar.
Si modernizamos nuestra cultura política, nuestra forma de hacer política, habremos andado un trecho para resolver nuestro reto del voto urbano. De nada servirá cuanto hagamos si nuestra organización no se empapa de la realidad que viven esas grandes ciudades, donde el sentido de comunidad ha sido sustituido por valores individualistas.
Estoy convencido de que el trabajo de nuestros compañeros y compañeras, como el de María en Málaga, nos permitirá llegar a 2015 en buenas condiciones. En suma, donde más clave va a resultar este cambio de mentalidad orgánica es donde vive más gente, donde nos jugamos más.
Amigos y amigas,
Hemos sentado las bases de un cambio en la organización en medio de una tormenta política y económica, con cambios el liderazgo regional y federal, trabajando en el presente y en el futuro, sin parar. Es como cambiar el fuselaje de un avión en pleno vuelo.
A los problemas de hoy se suman los problemas de ayer. Resolverlos es una tarea colectiva. Una comisión ejecutiva provincial dirige, señala el camino, tira del carro, tiene la responsabilidad. Pero sola no alcanzará las metas de todos y todas. Tenemos que hacer cambios en todos los órdenes. Contribuir al reflote de la socialdemocracia, crecer hacia fuera y hacia dentro, trabajar mucho.
Este tiempo que se avecina exige entrega total dentro del Partido y fuera de él. Es tiempo de militancia. Y de nueva militancia. De confiar en nosotros mismos, en vez de lamentarnos de esto o aquello. De hacer, y no sólo de tener la voluntad de hacer. De pensar en el compañero y compañera. De generosidad. De afecto. De unión y de unidad.
Pensar en todos es bueno para la unidad. La verdadera fortaleza de la organización. No me cansaré de decirlo. Ni tampoco de tratar de alcanzarla. Sin hipotecas ni lastres. Con responsabilidad y con humildad.
Amigos y amigas,
nuestro objetivo político no es alcanzar el poder por el poder. Es transformar la sociedad con ese poder y, apurando la reflexión, cambiar la correlación de poderes en favor de la democracia, de la libertad como no dominación y el progreso de las personas. Estos tiempos nos exigen coherencia personal y política. Que nuestros hechos vengan acompañados de palabras. Palabras y hechos.
Os propongo que saltemos al campo de juego estos próximos cuatros años con toda nuestra energía. Con toda nuestra energía y todas nuestras fuerzas.
Compañeros y compañeras,
Asistimos a un debate ideológico de la izquierda en general y a una batalla ideológica con la derecha. Son dos caras de la misma moneda. Mientras la derecha sonríe en medio de la ola de mayores recortes sociales de la Historia, la izquierda medita.
Como leí hace poco: “Resulta extraño que la derecha nunca padezca angustia existencial”. ¡Con la cosas que hacen!
Nuestro congreso del próximo 14 de julio debe servirnos para que el socialismo malagueño haga su aportación a ese debate y nos fortalezca como organización en esa batalla ideológica, antesala de triunfos electorales.
El debate es más necesario que nunca porque el Partido en todos los niveles debe reformular sus planteamientos, porque no vale un proyecto a la defensiva, conservador con las conquistas del pasado.
Sin duda esa batalla debe seguir, a la par que levantamos un nuevo edificio ideológico en los cimientos de siempre, en nuestros valores, ampliamente compartidos por la sociedad.
No empleemos demasiadas energías en el debate sobre como nos organizamos, eso ya vendrá en la Conferencia Federal. Que el congreso entregue a la Ejecutiva entrante un proyecto común, coherente y realista, que ofrezca el marco para resolver los problemas de la gente.
Málaga tiene hechuras para liderar Andalucía, sumando y no enfrentando. Ese enfrentamiento nos debilita. Sumemos, en todos los órdenes, en la política, en la economía, en la sociedad, pero sin socavar reiteradamente la legitimidad de quienes tienen esa responsabilidad.
Málaga tiene que dar oportunidades a la gente. Un empleo, una educación pública y gratuita, una sanidad pública de calidad, una igualdad de oportunidades.
Aquí es donde más se abre la brecha entre quienes viven y quienes sobreviven. Cerrando esa brecha, con ideas y con trabajo, tiene y debe estar el Partido Socialista.
La Málaga que me preocupa está en los barrios. De pueblos y ciudades. Donde vive la gente. Es el momento de que este Partido extienda esa alianza social a todo el territorio de la provincia. Y eso sólo puede hacerse a base de mucho trabajo. Sólo ganaremos si ganamos en el terreno de las ideas, en los corazones de la gente, en la calle.
Si nos enfrascamos en el espejismo de nuestros debates internos, la imagen que daremos será distorsionada ante una sociedad que vive en el miedo.
No tengo todas las respuestas, pero sí las preguntas. Como vosotros y vosotras. Quiero contar con vuestro apoyo para poner a punto a este partido.
Juntos es posible que las cosas cambien. Con la fuerza de todos, con las energías de la militancia, con la entrega de quienes tenemos el privilegio de representarlos. Es posible.
Os digo que hoy tengo más fuerza que hace cuatro años porque hoy existen más motivos por los que creer y luchar.
Con la experiencia del hombre que mira al futuro sin olvidar de dónde viene, con el apoyo de mi familia que me da más que lo que en la vida tendré tiempo en devolverles, con el aliento de los militantes veteranos que me dan ánimo, con el respaldo de los jóvenes militantes que tantos recuerdos me traen, os digo que me entregaré en cuerpo y alma a la tarea de convertir el PSOE de Málaga en el Partido de la gente.
Muchas gracias compañeros y compañeras.